SORPRESAS Y SUSTOS

Un viaje con sorpresas y sustos

Autora: Valero Rexnolds Viviana

Había una vez una familia de seis integrantes, la mamá, el papá, y sus cuatros hijos. Una mañana en la que toda la familia estaba reunida en la mesa tomando desayuno. La mamá decide ir de viaje a Yacuiba, Tarija y Bermejo con sus dos hijas menores.

A las tres de la tarde del mismo día las tres parten en tren con destino a Yacuiba, en cuanto llegaron se dirigieron directo hacia un hotel después de un largo y cansador viaje.

Unas horas mas tarde deciden ir a su siguiente destino al “departamento de Tarija”, ahí se encontraron con muchas sorpresas, con amigos de su mamá que hace años ella no veía y realizaron un almuerzo con sus amigos, pasearon por toda la ciudad y visitaron lugares muy hermosos. Se quedaron alrededor de tres días en la ciudad y continuaron su viaje, se dirigieron a Bermejo, en donde vivían parte de la familia de ella. “muchos tíos, primos y otros parientes estuvieron muy felices de recibir a ellas tres”.

Al igual que en la ciudad de Tarija visitaron muchos lugares, cruzaron una pequeña laguna en una lancha y así poder llegar al otro lado de la laguna y poder realizar las compras para el hogar. Se quedaron en Bermejo alrededor de una semana completa. Las dos hijas se divertían mucho con sus primos “reían, jugaban, gritaban era muy emocionante” hasta que llego la hora de partida.

Fueron con su tía carmelina a tomar una flota a positos y de ahí pasar directo a Yacuiba, por que ellas no querían realizar el mismo trasbordo de lugar en lugar como lo hicieron de ida. En cuanto llegaron a positos no podían pasar, por que sus hijas no tenían el permiso de DIRMEN. Así que la madre decidió tomar otra decisión y pasaron por la frontera con unos hombres que le ayudarían pero los cuales les estaban preparando una trampa, pero por suerte un joven muy bien parecido se dio cuenta de lo que les iban hacer a ella tres y decidió acompañarlas todo el recorrido de la frontera.

Pasaron por la baja de una quebrada, montes muy altos, por dos cabañas extravagantes, en las cuales se tenia que pagar para poder cruzar, tenían que cruzar de una manera muy cuidadosa y silenciosa, eran alrededor de las 9 de la noche cuando todo pasó. Con el Jesús en la boca, y el cuerpo temblando de miedo llegaron a Yacuiba, descansaron un poco. Al otro día tomaron el tren por la mañana y regresaron a casa felices y contentas.

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